El poblado de Áed está desierto, se ve restos de lucha, de haber sido abandonado precipitadamente. Olaf y su banda avanza con cautela. De pronto, tras una valla se ve movimiento, el brillo de las armas les delata.
Sin pensarlo dos veces, los vikingos se lanzan a por ellos, Olaf y uno de sus hombres asaltan la valla, mientras los otros dos intentan rodearlos.
Uno a uno van cayendo todos los enemigos, los vikingos no dan opción.
Finalmente, ante el último enemigo vivo, Olaf le pone la espada al cuello y le pregunta quienes son y que buscan. "Somos guerreros del rey Aidan, estamos aquí para proteger el poblado de Áed". Olaf Ragnarsson queda confundido y decide ponerse en marcha inmediatamente en busca del territorio de Aidan.
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