miércoles, 6 de julio de 2022

Digda no perdona II

 Tras abandonar el poblado, los guerreros continúan el camino siguiendo las huellas que han visto en el camino y que les lleva hasta un lugar que parece un sitio sagrado para los nativos. Es un claro en el bosque se ve un viejo árbol retorcido por el viento rodeado de tablas de madera grabadas. Junto al árbol se observan un par de personas. A pesar de que están desarmados, los guerreros se acercan con cuidado.  

Los soldados amenazan a los dos nativos con sus armas desenfundadas  mientras les gritan que van a vengar a sus compañeros muertos y que quieren a los culpables o arrasarán todo el poblado.

¿Queréis saber quien les mató? dice uno de ellos. Profanaron las tablas sagradas de Digda y ella se cobró justicia, Digda les mató, el bosque les mató.

En ese momento se oye un fuerte grito en el bosque, y de entre la maleza aparece un druida con seis perros de gran tamaño. 


Los perros se lanzan furiosos a los guerreros, pero éstos se defienden con valentía. En el primer envite caen tres de los canes.


Los perros supervivientes siguen atacando con más saña aún, aunque sufren heridas no cejan en su empeño. Dos de ellos rodean a uno de los guerreros.


Pero el resto de la banda acude velos en su ayuda, acabando con el resto de los perros. Mientras el druida huye corriendo hacia el bosque.

 Olaf ve como el druida se interna en el bosque. Ordena a sus hombres que no le persigan. Estos salvajes están locos, piensa. Recogen a Haarald, que parece que se encuentra mejor de sus heridas y deciden volver al campamento. Las cosas no siempre salen como uno quiere, dice Olaf Ragnarsson. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un asunto de familia III

 La banda llega al poblado de Aidan y exige ver al rey. Cuando éste aparece, Olaf pide que les entregue a Áed. Aidan les mira incrédulo, &qu...